AL ACERCARNOS AL “PEER GYNT” DE IBSEN, LECTORES, ACTORES Y PÚBLICO,
NOS DAMOS CUENTA QUE ESTÁ LLENA DE SIGNIFICADOS QUE SE ESCAPAN TRAS
UNA PRIMERA LECTURA, O VARIAS, POR LO QUE QUEREMOS QUE NOS HABLE
SOBRE UNO DE LOS PERSONAJES MÁS EXTRAÑOS DE TODOS: EL BÖIGEN.
La obra es de una complejidad tremenda, parece que entre más profundo nos sumergimos, esta nos evade y en momentos se vuelve inabarcable, pero con un proyecto escénico como el del próximo noviembre, es importante tomar decisiones precisas o de lo contrario seríamos presas un mundo semejante al del Böigen. Entre los personajes de Peer Gynt, Ibsen lo menciona como “Una voz en la obscuridad”. Y el cuadro del encuentro entre Peer Gynt y el Böigen está planteado para estar completamente obscuro, lo cual confundió mucho al público, pero también como ustedes lo mencionan, a lectores, actores y directores. En el cuadro anterior al encuentro con Böig, Peer Gynt se enfrenta con los duendes, pues sedujo a la hija del Rey. Están a punto de descuartizarlo, Peer traiciona su reciente promesa de convertirse en duende, y no se responsabiliza por el embarazo de la Mujer de Verde. Grita desesperado: “Socorro Madre, me muero…”, entonces suenan las campanas de una iglesia, lo que provoca que los duendes huyan aterrados. Pero Peer debe salir de ese reino aún y el portal que se lo impide es esa obscuridad tremenda en donde reina otra especie de Troll, que no tiene forma pero está en todas partes. Peer sólo escucha sonidos como si se tratara de una serpiente, intenta salir de ahí pero a donde dirige sus pasos se topa con ese algo indefinido, lo que lo lleva a preguntar angustiado: ¿Quién eres? “Yo mismo” responde Böig. Peer insiste pero obtiene la misma respuesta y una nueva pregunta: “Soy yo mismo. ¿Puedes tú decirlo?” A lo que Peer sin comprender, contesta agresivamente, luchando contra una sombra que no puede ser atacada. El Böigen se burla de Peer: “Sí, fíate de los puños, así llegarás a la cumbre”. “El gran Böigen vence sin luchar”. “Da la vuelta” dice Böig, y Peer reflexiona: “Vaya o venga es la misma distancia, dentro y fuera es igual de estrecho”. Peer se araña y muerde para sentir su propia sangre y llegan aves con graznidos pidiendo a Böig, que lo extermine. En sus últimos momentos Peer invoca a Solveig, y le pide que arroje su libro de salmos a los ojos del Böig. “Demasiado caro se paga una hora de tan agotador juego” dice Peer antes de desplomarse. Pero el Böigen no puede exterminarlo y confiesa: “era muy fuerte, había mujeres que lo protegían”. A partir de aquí, Peer está completamente marcado y a lo largo de la obra encontraremos muchos momentos donde vuelve a citar al gran Böigen, aunque su recuerdo a veces sea vago, y en otros momentos lo lleve a una auténtica comprensión. Incluso cree encontrarlo de nuevo cuando está frente a la gran Esfinge en Egipto, lo recuerda como al que golpeó en plena cabeza y después evade el recuerdo aclarando que en realidad lo soñó.
Así que hay mucho material para digerir. A lo largo 150 años muchos han
reflexionado sobre esto, así que intentaré dar una visión general sobre quién es el
Böigen.
Se habla de que el Böigen es el mismo Peer Gynt, o la voz interna de Peer o su “álter ego”. Antes de este encuentro, Peer soñaba con ser Emperador, incluso casi llegó a ser el heredero del reino de los Trolls. Pero después de Böigen, el protagonista va a desarrollar una idea fija paralela a su deseo de ser emperador, que consiste en siempre ser él mismo. “Peer, Peer y siempre Peer”. Quizás un tanto picado por la pregunta del Böig: “¿Puedes tú decir que eres tú mismo?”, y preguntaría yo: ¿Podemos nosotros decirlo?. Las preguntas de Peer al Böigen: ¿Quién eres? o ¿Qué eres? Nos llevaría a la necesidad de escarbar en nuestra región más oculta, ir en busca de esa “voz en la obscuridad”: el Gran Böigen. Pero al mismo tiempo hay otra orden de Böig: “Da la vuelta, Peer”. No lo intentes. Obedece a tus dudas y quédate donde estás. Esa voz interior alimentada por el miedo. (El rey de Dovre le dice a Peer: “La fe puedes conservarla, eso que ustedes llaman fe, nosotros lo llamamos miedo.) La voz de la sociedad que te pide que escojas el mismo camino que todos, neutralizando tu auténtico “yo mismo”. Pero la figura que para mí tiene más sentido la llamaré el “Doppelgänger práctico”. Imaginemos que nuestra carrera de vida es contra alguien completamente idéntico a nosotros mismos: mismas capacidades, sensibilidad, posibilidades, etc., pero mientras nosotros dosificamos nuestras tareas diarias, el otro yo se prepara física, emocional y mentalmente, sin dar nunca una tregua, al grado que con el tiempo este “Doppelgänger práctico” nos ganará la carrera indefectiblemente. En el libro “La divina locura y la paradoja absurda. El Peer Gynt de Ibsen y la Filosofía de Kierkegaard”, Bruce G. Shapiro, habla sobre la influencia que ejerció el filósofo sobre el dramaturgo, sobre todo en el planteamiento del hombre estético y el ético. El hombre que se sirve con la cuchara grande de los placeres: Peer como Duende de Montaña, Explorador, Profeta, etc., y el que elige un solo camino. La eterna dicha o el eterno ardor. Lo uno o lo otro. Todos o uno mismo. Y sobre esto Shapiro va anclando cada momento del viaje de Peer Gynt, para que en el final del viaje haga la transición del Esteta al Ético. Por lo que ve las preguntas de Böig como: yo soy un “ser ético” ¿puedes decir tú lo mismo mientras permaneces en el terreno de lo “estético”?. ¿Estás dispuesto a luchar en verdad por una meta única y abandonar el mundo de los placeres? ¿A ser tú mismo? ¿A buscar esa voz interna en lo más obscuro de ti mismo? Ibsen negaba la influencia de Kierkegaard, como muchos otros pensadores, al parecer la esposa del dramaturgo era una mujer muy culta, hija de un bibliotecario, y fue quien puso en contacto a Ibsen con el pensamiento de Kierkegaard. De cualquier forma Ibsen revolucionó sin duda no sólo la historia del Teatro sino también la gama y la psicología de los personajes.
Así como la voz en la obscuridad, hay también una voz en la montaña, donde nuevamente Ibsen decide ignorar el nombre del personaje deliberadamente, pero sobre eso escribiré en mi próximo texto.
Jorge Taddeo
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